Cada experiencia que tenemos nos lleva a desarrollar lecciones y a comprender un poco más conceptos que en la teoría suenan muy bien, pero que en la práctica se convierten en algo que a veces es difícil de gestionar. En este caso y visto desde una perspectiva latina, hay algunos hábitos, costumbres y conceptos en la cultura de los países DACH que por muy comprensivos que seamos, generarán una confrontación inicial. Ese momento es cuando dices: ¡es en serio! Esto es diferente a lo que me han enseñado y a lo que he experimentado.
Y personalmente pienso que lo diferente también nos une, nos permite entrar en negociaciones y procesos mentales que hacen que comprendamos una situación desde un punto de vista diferente, la empatía que dirían muchos en este punto.
La primera vez que viví esto, hice un viaje en solitario para visitar a algunos amigos y uno de ellos vive justo en la ciudad más sonora, cuna de uno de los músicos clásicos más famosos a nivel mundial (Mozart), cuyas calles y plazas pertenecen al Patrimonio Cultural de la UNESCO, Salzburgo.
El día que llegué, mi amigo me recogió y me llevó a dejar mi equipaje para luego ir directamente a un lago y así compartir con su esposa y amigos. Lo primero que hizo mi amigo al llegar fue cambiarse a su traje de baño justo ahí delante de todos, obvio yo no esperaba eso. En este sentido, algunos latinos a pesar de ser muy abiertos, son pudorosos con el tema del cuerpo, algo que suena contradictorio. Pero en este punto no ahondaré mucho, porque necesitaría toda una noche y muchas cervezas para que continuáramos conversando al respecto.
El caso es que este fue mi primer aviso “¡ey, estás en otra parte y conviviendo con una cultura diferente!”. Mi segundo aviso vino ese mismo día en la noche antes de ir a dormir. Mi amigo me preguntó: Cami, ¿a qué hora te vas a levantar mañana?. Mi respuesta fue muy simple: más o menos a las 8:00 a.m. Ahí quedé muy tranquila y me fui a dormir.
Al día siguiente me desperté un poco más temprano de lo planeado y comencé a organizar mis cosas. De pronto recibí un mensaje de mi amigo a las ocho en punto de la mañana: “¿ya te levantaste? Mi primera reacción fue “oh por Dios, es que mi palabra fue tomada muy seriamente”. Y ahí comprendí aún más el tema de la puntualidad sobre el cual, queridos amigos, todos sabemos es algo en lo que muchos latinos fallan.
Las siguientes confrontaciones o más bien comprensiones en lo cultural fueron más a nivel de lo que significa el fin de semana y las actividades de tiempo libre.
Para muchos de nosotros pasar todos los días en la ciudad, incluso el fin de semana, es normal. Pero si hablamos de un nativo de los países DACH, ellos necesitan mucho más esa desconexión y reconexión con lo natural. Salir de la ciudad, disfrutar de una caminata, ir a un lago o a la montaña, son actividades que sí o sí están a la orden del día para un fin de semana.
Y por último, en la mayoría de los locales comerciales, los domingos no se tiene atención. Así que pensar en hacer tus compras este día es un NO rotundo. Ese día se descansa y las ciudades parecen sacadas de una película de terror, por lo solitarias que se sienten desde horas muy tempranas.
¿Y tú? ¿Has tenido alguna anécdota con las diferencias culturales?