Hoy en día hablar del vals para muchos es hablar de la Viena del Imperio de los Habsburgo. Sin embargo, sus orígenes fueron humildes y rurales. El nombre de este singular baile se deriva de walzen, “girar” en alemán, y proviene del folclore tirolés.
Johann Strauss padre, fue quien implantó el predominio del vals con 152 exitosas composiciones dedicadas a este baile. Recorrió desde Viena hasta Londres con su orquesta llenando los salones de música y a su vez la famosa frase: “¿Me concede este baile?”. La esperada invitación durante una larga noche de baile que provoca que se acelere el corazón.
A comienzos del siglo XIX, el vals hizo furor entre los más jóvenes, pues permitía a las parejas entrelazarse libremente y por medio de los giros tener una absoluta sensación de libertad. Fue así como el vals se consideró en ese entonces un escándalo y fue motivo de indignación moral, a tal punto que sólo se le permitía a las mujeres casadas bailar.
El aumento de la popularidad del vals fue gracias a los músicos austríacos Johann Strauss padre (1804-1849), Josef Lanner (1801-1843) y Johann Strauss hijo (1825-1899). Este último fue autor del más emblemático de los valses vieneses: “El Danubio azul “. Fueron estos tres compositores quienes transformaron una simple danza campesina en obras destinadas a un público mucho más sofisticado.
Hoy en día, este baile hace parte de las tradiciones más esperadas por los austriacos cada año, cuando inicia la temporada de baile en noviembre y se extiende hasta finales del invierno.